16.10.11

Capítulo 2

El dueño del mundo.

Despertó seis horas después en el callejón contiguo al antro aquel, obviamente sin billetera y con dos golpes muy fuertes en las costillas, no estaban rotas, se quedo un rato viendo el cielo gris y sintiendo el frío de esa maldita mañana de invierno. Hacía tanto frio que podía ver su aliento congelarse al salir de su boca; sonrió, aquella noche había sido memorable.

Se levantó como pudo y de sus calcetines saco una cajetilla de cigarros, encendio uno y dio gracias al cielo de que esos no se los hallan robado, camino a tientas por las calles imaginando una vida mejor, una familia, un abrazo reconfortante cuando llegara a casa.. todo eso que ya no tenía.
 

...
La lengua tibia se pasaba libremente por entre los muslos, las manos temblorosas y tibias acariciaban suavemente las afiladas caderas, los jadeos se hacían cada vezmas insinuantes, el aire pesado hacía que se dilataran las horas, una tras otra en esa insesante tortura que era el placer que esa lengua era capaz de provocar en aquel cuerpo. Los cabellos rubios brillaban al fuego de las luces rojas que adornaban aquel oscuro recinto, su piel sudorosa y resbaladiza atizaba aún más el destino, era como estar viendo la lustrosa piel de una serpiente enredandose en el cuerpo de su amante, fuerte, apretando más y más hasta hacerle reventar los sentidos..

El primer gemido salió de forma entrecortada, un hilo de saliva unió los labios del rubio con el cuerpo del otro; tembloroso, rabioso.. Sonrió, sabía que le tenía en la palma de su mano, podría pedirle lo que quisiera en ese instante y el otro demonio se lo daría sin chistar, pero lo cierto es que estaba gozando de aquella labor, el demonio de cabellos oscuros que estaba a punto de venirse en su boca realmente le gustaba. Continuó su labor por un rato más, abriendo la boca lo más que pudo para recibir de lleno el miembro grueso y palpitante de su amante, de su dueño; su nombre era Teru o como él lo llamaba Mikami, tenía casi treinta y dos años y era el dueño de todos los antros de la parte baja de la cuidad y de otros cuantos negocios legales.. ilegales.. que importaba, era el dueño del mundo.

El rubio que tenía entre las piernas, entretenido en chupar y lamer su miembro era Mihael. No se sabía mucho sobre él, solo que Mikami se lo tiraba desde que tenía doce y que era su mano derecha. También su afición por el chocolate era bien conocida por los miembros de la pequeña pero poderosa mafia de la cual era lider su dueño, como él mismo le llamaba. Si ponía tanto empeño en aquella labor no era solo por gusto si no porque lo había hecho enfadar al bajar con el gentío a bailar, él solo podía hacerlo frente a él, para él, con él. Aquello había sido un atrevimiento que le costaría la vida a muchos y si no hacía bien aquello, también le costaría la suya.

Sintió en su boca el sabor peculiar de la propia lubricación del mayor y comenzó a poner más enegía en sus movimientos, su cabeza subía y bajaba al ritmo que la mano que tenía aferrada a sus cabellos humedos por el sudor del baile y la excitación; podía sentir su propio miembro palpitar y humedecerse, los gemidos y jadeos entrecortados del mayor le hacían excitarse aún más. Mantuvo la cabeza quieta provocando una mirada de reproche por parte del otro y dedicandole su más encantadora sonrisa, comenzó a meterlo por completo en su boca haciendo que el glande enrojecido y humedo tocara su garganta. Las arcadas no se hicieron esperar y al contraer su garganta con fuerza pudo hacer presión en aquella zona tan sensible del otro. Su lengua se movió libremente a lo largo haciendo circulos con la punta y presionando con autentica maestría cada vena hinchada.

El cuerpo de Teru se tensó poco a poco hasta quedar completamente indefenso ante aquellas caricias.. estaba a punto de estallar y llevando ambas manos al rostro del otro, lo empujo más contra su entrepierna provocando aún más arcadas y golpes en el pecho por parte del rubio, se estaba ahogando pero eso era lo de menos, quería venirse, ya. Acabar en la boca de aquel pequeño rubio que tan deliciosamente le había estado comiendo la polla por horas. Si quería contentarlo, ya estaba hecho. Se corrió cuantiosamente y conteniendo la respiración se dejo caer en el enorme sillón que la hacía a veces de cama para sus ganas. El rubio tosió escupiendo parte del semen del otro tomandolo con los dedos para lamerlo y que nada se desperdiciara. Se tumbo en el suelo frente a él y lo miro angelicalmente mientras se relamía de las comisuras el rastro de aquel intenso orgasmo.

-¿Ya no está molesto conmigo.. verdad?, preguntó con voz apagada, tenue, como de niño.

El otro volvió a encenderse solo de escucharlo y negó despacio aún sin salir del intenso trance e inclinandose hacia delante le acaricio las mejillas con el mismo cuidado con el que tocaría una figurilla de cristal, le sonrió y paso las manos por el delicado cuello del otro, humedeciendose la punta de los dedos con el sudor del rubio le tomo con fuerza del cabello para hacer su cabeza hacia atrás y pegar los labios a la comisura ajena.

-Si vuelves a hacer eso.. te mataré y te juro que ninguna de tus artes en la cama o fuera de ella te va a salvar.. Eres mío. ¿Te quedo claro, Mihael? Mio.. Ahora dilo..
El rubio apretó los ojos y llevo las manos hasta las que le oprimían los cabellos y se quejo por el mal trato, le miró de reojo con la furia encendida en los ojos y las mejillas y apretando los labios maldijo y asintió..

-Dije, dilo.. No asiente.. Ahora dilo.., espero una respuesta que no llego por varios minutos y acabandosele la paciencia lo levanto de los cabellos para tirarlo al suelo. Estaba más que visto que lo haría gritar que era suyo, por gusto o por rebeldía o por simple placer de llevarle la contraría no lo haría tan fácil, aunque lo haría, si él tenía artes para dominar al mayor, el mayor las tenía para volverlo loco. Dentro y fuera de la cama..

-Esto no terminará pronto Mihael y depende solo de ti que lo disfrutes..

El rubio sonrió y caminando a gatas hasta el mayor que ya se iba despojando de sus ropas, comenzó a hacer lo mismo sin dejar de sonreírle ni un solo instante.

Blind (Re-edit)

Capítulo 1:
Atracción.


Algunas veces me gustaba hacer cosas sin sentido. Cerrar los ojos y cruzar una carretera, fumar dentro de la bañera, llorar viendo una película infantil, masturbarme aún sin estar excitado. Mi vida corría entre el tedio y la aburrición total, solía sentarme durante horas en la banca de algún parque viejo sin hacer absolutamente; a veces solía ver como la luz del sol reflejaba mi sombra en distintos angulos según las horas iban corriendo.. y yo ahí, sin mover un solo músculo, entregado a nada, sin pensar nada.. Era eso. Nada.

Probe dos o tres veces con las drogas, la última vez fue la más fuerte de todas, un poco de coca y bastante vodka; estaba eufórico. Entre a uno de los antros más bajos de la cuidad, dí con el por encanto de la noche, esa frase aún me hace sonreír. Las luces me atrajeron.. eran como.. miel.. miel derretida y de colores.. tan.. deliciosa, tan viva, podía sentir como se metía por mis poros y vibraba dentro de mi. Mi sangre se convirtió en alguna galaxia lejana y podía jurar que sudaba estrellas.

El remolino de cuerpos de la pista de baile me hundió aún más en aquellas sensaciones, juraría que mil lenguas probaron mis estrellas y yo sentía que seguía ahí, en aquella banca oxidada de aquel viejo parque sin vida; cuando abrí los ojos estaba frente a una chica que me sonreía ampliamente, supongo que también estaría drogada porque no sintió cuando un tipo de color por lo menos dos cabezas más alto que nosotros comenzó a follarsela en medio de la pista, yo sonreí incapaz de excitarme con aquella escena grotesca, me conformé con seguir sonriendo y dejar que los cuerpos me movieran de ese sitio. Aquello era demasiado para la soledad, pude ver como corría descalza perdiendose entre los besos ardientes de quienes la alejaban de mi.. pobre soledad, tan sola.. me reí a carcajadas por ese absurdo pensamiento y deje que mi dedo medio la despidiera.

Tomé consciencia cuando me encontre vomitando hasta el alma en el baño de aquel Infierno, las drogas son rápidas e inestables, necesitaba un trago de agua. Bebí y todo de nuevo se fue hasta el cielo, salí de ese baño donde no había más que dos luces rojas parpadeando y otros tantos cuerpos follando seguramente. Yo también quería hacerlo. Tenía los pantalones a punto de reventar y el efecto de la droga viajaba por mi sangre intensificando cualquier roce o beso que se me concedía furtivamente. Me di por vencido y me derrumbe en una de las pocas mesas que había en un rincón oscuro.. oscuro hasta donde se podía, las luces eran balas que atravesaban la oscuridad reduciendola a una triste sombra que caía y volvía a caer dentro de los pliegues de los cuerpos que se retorcían a ritmo del desquiciante sonido de la música o lo que burdamente se le denominaba así esa noche.. Esa maldita noche.

Metí mi mano en mis pantalones y acaricie mi polla desesperado, cerre los ojos e imagine a la tía más hermosa del mundo, imagenes de miles de videos pornograficos vinieron a mi mente, me vi en cada uno de ellos, hasta que un brillo me saco de mis pensamientos; la luz era brutal y daba constantemente contra mis ojos, podía sentirlo como un ataque a propósito y cuando abrí los ojos para hacerle frente a mi atancante me tope con esa visión que estaba buscando entre los recovecos de mi mente. El cuerpo perfectamente delineado, la piel tan blanca que parecía cubierta de leche, los gemidos que salían de la música que seguramente habían puesto para esa figura parecían salir de su propia boca. Los que antes dominaban la pista comenzaron a hacerse a un lado formando a su alrededor un halo de sudor y lujuria y yo.. yo tenía la polla más dura que nunca.

Tenía los ojos cerrados y tal vez nisiquiera se había dado cuenta que su cuerpo estaba ahí, podía jurar que su mente estaba miles de años luz de aquel lugar en medio de la noche, sus caderas comenzaron a moverse cada vez más rapido y sus brazos alzados buscaban algo en los cielos, la cuerda para volver a subir, pensé, un maldito angel se le escapo a dios o simplemente satanas vino a divertirse un rato.. lo segundo ahora me doy cuenta, era lo más acertado. Caí en éxtasis. Continué masturbandome mientras veía aquel cuerpo bailar y jadear enmedio de la pista, y la sangre de todo mi cuerpo se helo cuando vi que sus ojos estaban fijos en mí. Nadie más me noto, solo él, porque era un hombre o al menos eso parecía, tenía el pecho descubierto y no había asomo de senos ni de ninguna protuberancia, era simplemente.. perfecto.

Poco me importo en ese instante el que nunca me hubiese atraido una polla, él no se limitaba a ser solo eso.. era algo más.. la visión de mis sueños más oscuros.. El mejor orgasmo de mi vida.. me vine justo cuando una voz callo la música y todos voltearon a ver directo a la cabina del DJ.. bajaron la cabeza y se ocultaron con miedo de aquel grito.. como cucarachas, no.. como gusanos cuando levantan su piedra.. Una vos fuerte, el dueño del mundo, pensé mientras terminaba de vaciarme en mi mano y no despegaba los ojos de aquel demonio que desafiante, miraba hacía la cabina.

Me dedico una última mirada y sonriendo se fue, seguramente con el dueño del mundo.. yo solo sonreí y me deje caer en la oscuridad y silencio que reino por varios minutos después. No supe más.. Debería hacer más cosas sin sentido más frecuentemente.. es tan divertido.

Aviso:

Ok, lamento mucho haberles tirado fics y cuentos inconclusos, intentaré continuarlos, lo prometo. Creo que comenzaré con Demolition Lovers y Blind en su re-edición. Tardaré porque ahora sí pienso revisarlos bien, tanto en ortografía como narrativa y todas esas jaladas a las que nunca les hago caso. Llamado a mis betas... necesito otra o por lo menos que te aparezcas Padmenvy Dreamsky e___é...

Y bueno ya, ahí les van los dos unicos capítulos que llevo de Blind y... Preludio :3.
Espero que les guste y ñañañaña ñaña ñañaña.

15.10.11

Las verdades Irrefutables y las pequeñas tragedias.

Capítulo 5


No se si te ha pasado alguna vez.. que te sientes tan triste y tan solo.. como cuando no sabes encontrar el camino a casa después de una tormenta.. o te pierdes en alguna estación de trenes, tan solo.. que podrías caer a mitad de la calle y nadie voltearía tan solo a verte para burlarse. Lo peor es que tienes la certeza de que nunca te van a encontrar, aunque tu pongas anuncion de “Estoy Aquí” o grites.. porque a nadie le importas, porque nadie te detendrá en algún sitio y te dirá “Aquí estás.. No sabes cuanto te he buscado” Eso no le ocurre a cualquiera.. menos a personas como nosotros. Los demás son como balas que arden cuando abren la herida, él era el arma con la que me disparaban, su llanto me escocía el alma y su rabia alimentaba mi vida..

Cuando despiertas después de un mal sueño no sabes como reaccionar; como si de pronto despertaras en una cama extraña y sintieras la necesidad de llamar a mamá para que te abrace y te diga que todo estará bien.. pero mamá no existía y nada estaría bien.. simplemente despiertas en la cama de un extraño, con miles de balas de en el cuerpo, en el alma.. pensando que aún era pronto, el sol no salía.. ¿Saldría?.. Porque parecía que el mundo quería detenerse, el cielo podría nublarse y entonces.. te das cuenta que al mundo no le importa lo que te halla pasado, por muy triste o miserable que te sientas.. el mundo sigue ajeno a tu pequeña tragedia, las estrellas no se apagan ni se detiene el tiempo, simplemente tu vas cambiando y no porque quieras, si no porque ya no tienes nada más que un montón de cuerpos fríos en lo que un día llamaste hogar.

Despertó una hora después de que la policía se fue, aún estaba fresco el olor a sangre y pólvora que despedía el departamento a solo dos puertas, estaba cercado por esas banditas de plástico amarillas, chillantes, insolentes. Abrió los ojos poco a poco, la habitación no era tan diferente aunque si carecía de todo tipo de adornos, como si nadie viviera ahí.. Hasta que de pronto recordó lo sucedido, se levantó de aquella cama de cobijas gruesas y rasposas buscando una puerta, deseando encontrar del otro lado la golpiza que seguramente ya nunca le darían.

Pero lo que encontró fue un hombre de elevada estatura y ojos grises.. como la luna, recordó entonces al conejo y este a su vez le recordó a si mismo, quiso sonreir pero ciertamente no tenía ningún motivo para hacerlo. Miró hacia la puerta y un nuevo exceso de llanto le sobrevino, se tiró en el suelo abrazando sus rodillas y dejo que el dolor saliera, no por la perdida reciente, si no porque ahora estaba solo.. completamente solo, sin tierra ni cielo, pero si un basto Infierno del que estaba seguro jamás saldría. El hombre de los ojos grises se le acercó despacio y tomándole de los brazos no con mucho cuidado lo levanto y le miró fijo a través del flequillo.

-Llorar no te arreglará la vida.

Bastó eso. El llanto paro y un sentimiento extraño le invadió el pecho, aquellas palabras eran lo que los mayores llamaban como verdades irrefutables, el llanto no arregla nada, solo empeora la vista y nubla el pensamiento. Papi ya no estaba, ni la zorra ni su maldito hijo, aliviado estaba, quiso sentirse culpable pero no lo hizo. La vida continuaba, la vida seguía.. su pequeña tragedia tampoco a él ya le importaba.

-¿Cómo te llamas?..
-Belphegor..
-Ese no es un nombre muy común
.-Es el nombre de un Demonio.. ¿Y tú?
-Superbia..
-… Lindo nombre..

Definitivamente no se trataba de un niño común y corriente, cuando el llanto había cesado lo invitó a sentarse en la mesa que tenía en la cocina, frente a la ventana donde descansaba su planta. Pudo verlo con detenimiento, los rayos de un sol a punto de morir en el atardecer le daban una luz especial, la tristeza le sentaba, pero algo había en el que le hacía resignarse, debían ser sus ojos ocultos o las manchas en sus mejillas provocadas por la tierra y el llanto, tenía el cuello demasiado delgado y pequeño, las clavículas pegadas a la piel y el labio inferior herido, un golpe seguramente pensó.

-¿Tienes a dónde ir?

Superbia le ofreció un jugo de naranja con vodka para relajarlo mientras seguía mirando y analizando al pequeño que inspeccionaba el lugar como si quisiera encontrar vestigios de vida en éste, no encontró nada, más que la planta frente a la ventana que parecía saludarle con una sonrisa, Belphegor se la devolvió con la alegría infantil que da encontrar a alguien amigable en el mundo. Superbia alcanzóa ver la sonrisa.. no, la tristeza no le pegaba en nada, el pequeño había sido creado para sonreír.
Ante la negativa del pequeño a la pregunta hecha por el albino éste no tuvo más remedio que ofrecerle el departamento por esa noche, el frío se instalo en la barriga de Belphegor y tuvo que reprimir un sollozo cuando el otro se levantó dejándole ahí, de nuevo.. solo.

-No tengo a donde ir..
-Ese no es mi problema.
-Por favor..

Hay algunas palabras que llegan a calar muy hondo en el alma, no solo las palabras, si no la forma de decirlas.. Frente a él, tenía un alma acribillada, miles de balas le habían atravesado durante su corta existencia, ¿Qué estaba haciendo él al negarle aquello?.. ¿Darle el tiro de gracia?.. Los coreanos no descansarían hasta encontrarlo, posiblemente lo matarían.. o peor aún, lo violarían o matarían esa misma noche, pero no podía darse el lujo de quedarse con él. Él era un asesino, alguien que debía estar solo, por mucho que pesara, por mucho que.. ¿Doliera? No, eso ya no dolía, el ser humano se acostumbra a la vida silenciosa, el alma se almolda para llenarse así misma, de pronto te das cuenta que ya no importa, que así es mejor, pero aquellas palabras.. temblaban en el aire esperando que el otro las respirara.. las tomara entre sus manos y las colocara en sus bolsillos, a salvo, seguras.. en paz. Pero las palabras se desvanecieron y el silencio se hizo de nuevo, frente a la ventana, Belphegor pensaba que tanto dolería saltar desde ahí, que tanto dolería un disparo en la cabeza, cuanto tardaría en morir o si simplemente con cerrar los ojos puedes quedarte tranquilo, lo hizo.. pero no sirvió de nada.

-Puedes quedarte esta noche..

La noche había llegado, otro día más sin comer, sin un baño, sin una caricia, en aquel departamento, una junto a la otra, estaban ya unidas dos soledades, dos almas amoldadas a llenarse asi mismas, las palabras entre ellas sobraban, no hacían falta, convergían entrelazadas sin tocarse apenas, una, tirada en la cama esperando que el llanto no llegara y la otra en un sillón, armada, con la luz apagada.. más silencio. De pronto despiertas, con la firme idea de dejarte de problemas, tomas la espada del estuche, cortas el silencio de la noche y entras a la habitación donde el llanto ha cesado para dar paso a la respiración tranquila que solo la paz puede darte, un solo corte bastaría, no sería dificil deshacerse de un cuerpo tan pequeño, moriría dormido y entonces la vida ya no le dolería.. estaría en paz.. El silencio hace tanto ruido y el corazón comienza a hacer eco entre las cuatro paredes, de pronto se remueve el pequeño cuerpo en la cama, el filo de la espada brilla con la luz de neón que entra de la ventana e ilumina el rostro del otro, esta sonriendo.. un buen sueño, la vida no pesa, solo son cambios. El silencio regresa a su calma, se regresa al sillón y duerme alerta.. Los cabellos rubios abren los ojos y suspiran.. otro día más con vida.
Capítulo 4

Al día siguiente a la misma hora, el Jefe solo sonrió imaginando que esa misma noche disfrutaría de su premio, doce años manteniendo vivo al cerdo italiano ese, soportando su ineptitud, su mediocre y miserable ser.. Pero la espera valdría la pena, durante todo ese tiempo fue como un jardinero esperando que la pequeña flor germinara, una rubia, exquisita y preciosa flor; lo había visto crecer, lo protegió tantas veces de tantos problemas, lo orillo a convertirse en lo que era, manteniendo el pie siempre en el cuello del cerdo de su padre, esperando.. como una bestia debajo del agua que deja que sus víctimas le muerdan una y otra y otra vez para al final, de una sola estocada, asesinarlas y engullirlas despacio.. con la lentitud que solo un alma oscura podría lograr.
El momento había llegado, doce años eran más que suficientes y al flor ya tenía el tamaño perfecto, delicado, pequeño.. había soñado muchas veces con el momento en que le arrancaría de la tierra, la cosecha.. justo ese día, a esa hora.. ¡Que importaba la mercancía! ¡Que importaba el dinero! Era Belphegor por lo que iba, exterminaría al mundo entero por poseerlo empezando por su desdichada familia, por su miserable papi..
¿Han deseado tanto algo por tanto tiempo?.. Lo han sentido vibrar en su sangre, en sus pensamientos, en sus noches húmedas de espera.. ¿Qué se siente cuando están a solo un estirón de tenerlo?.. El corazón les late en los oídos, el pulso se va a tope, el sudor les empapa la piel y un estremecimiento les recorre como electricidad todo el cuerpo, cuando estás colocado, cuando estás tan alto en la cadena alimenticia que sabes que todo empieza y acaba contigo, por eso eres el Jefe, por eso los demás te temen, porque en este maldito mundo, tu eres Dios y estás a punto de encontrar la gloria en un cuerpo ajeno.. tan cerca, tan cerca que puedes oler su dulce aroma, sentir su piel recién nacida a la vida, escuchas nitidamente sus sollozos e imaginas tu cuerpo unido al suyo, tan ferozmente que sabes que solo podrás poseerlo una sola vez.. solo una..
El edificio gris donde vivía se había vestido de tristeza el día acordado, la mañana había nacido lentamente, como si se rehusara a vivir ese día.. un pequeño salió mucho antes que el sol se asomara, una mirada transparente le seguía desde una ventana, el odio esperando que la puerta se abriera, las voces pidiendo que se fueran, el cansancio, el tedio, el dolor latiendo en las sienes de todos.. ¿Eso era vida? Ni siquiera un triste remedo, pero solo eso tenían… La hora llegó.
Dos autos negros aparcaron justo frente al edificio, uno tras otro fueron bajando de estos, armas, lentes oscuros, odio, demasiado odio.. silencio, los pasos en la escalera, la puerta cerrada.. era tu deber, es tu deber, obedecer, asesinar, sobrevivir, es la ley del más fuerte. El primer llamado. Nada. El segundo. Nada.. Los ojos verdes caminando por el pasillo con algo entre las manos.. una escopeta… Rompiendo el silencio la puerta se parte en dos al ser golpeada por uno de los hombres del Jefe, adentro se escuchan los primeros disparos, ni siquiera se tomaron la molestia de preguntar, nada.. el primero fue el hermanastro, se había ido hasta la puerta que esperaba que abriera, un disparo en la espalda, otro en la cabeza, otro más en uno de los muslos. La madre en el baño, un disparo en el pecho, otro en la pelvis, quien lo hizo esa la mano derecha del Jefe, misogino, pederasta igual que su superior. El padre estaba agazapado en la estancia, en un rincón, aferrado a su última esperanza, una vieja 45..

-El niño no está…

El cigarro supo mal, el día supo mal, la vida supo mal, la rabia comenzaba a gobernar dentro de su cuerpo, la ira.. la frustración, una sola vez.. solo una.. corto cartucho y entro al departamento maldiciendo y ordenando a gritos que lo encontraran “Encuentren a ese maldito mocosoencuéntrenlo o juro que mataré también a ustedes..

-¿Dónde está?
-No tengo la mercancía..
-¡¡Aah!! ¡¡¿Tu crees que esto es solo por dos kg de cocaína?!!¡Te mantuve con vida a ti y a tu miserable familia porque tienes un maldito hijo que quiero cogerme!

Las palabras retumbaron en los oídos del padre y tragando grueso saco el arma de un solo movimiento, un disparo, dos.. uno directo en el hombro, que muera, que muera.. por favor Dios mío.. protégelo.. Silencio.
El Jefe alcanzó a dispararle antes de que terminará su petición hacia un Dios que ese día no tenía vistas de querer aparecer, le reventó la cabeza contra la pared dejándo el cuerpo sacudido por violentos espasmos post mortem, él estaba herido, drogado y enfurecido, ese día iba mal, muy mal. Encuentrenlo y traiganlo. Con vida.. ya habría tiempo de cobrarle esto.. mucho tiempo.
Capítulo 3

Es curioso como siempre se piensa en el mañana con una esperanza casi infantil, mañana es será el primer día del resto de mi vida, mañana empezaré la dieta, mañana dejaré de pensar en el o ella.. mañana.. pero si nos damos cuenta, somos los mismos del día anterior, lo único que cambia es la sucesión de las horas y eventos, ¿En verdad cambiamos nosotros?.. No, los cambios suceden poco a poco.. con el transcurso de la vida, de las ideas, de los métodos.. de nosotros depende.. pero también de los otros… los que están ahí, acribillándonos.. somos balas.

El día había amanecido con más calma que nunca, los rayos del sol apenas lograban atravesar los intensos nubarrones que se formaban en un cielo oscuro.. frío.. triste. La tensión en casa cortaba el aire, todos estaban preocupados aunque justamente no se sabía la razón, la mujer que llamaban madre se preparaba con su falda más corta y las medias menos rotas, los labios burdos pintados de rojo, el cabello de un rubio artificial que dañaba la vista.. la miseria tatuada en los ojos y un extraño gesto de preocupación que casi nunca tenía más que cuando el dinero no alcanzaba para el alcohol del padre. El tipo al que llamaba hijo esperaba con paciencia mortífera a que se abriera la puerta de la última habitación, tenía dispuestos el odio, las ganas y la rabia, esa mañana sin duda dejaría cicatrices imborrables en el alma y cuerpo de Belphegor.. ¿El padre?.. inconsciente tumbado en la cama, queriendo hacer oídos sordos a su cabeza que le repetía una y otra vez “Sácalos de aquí“…

Belphegor despertó más temprano que todos ellos, con la resaca del llanto la cabeza se le estaba partiendo en pedazos, apenas puso un pie fuera de la cama sintió que el mundo se le venía encima, su hermano.. la puerta.. las amenazas, los ojos verdes.. sacudió la cabeza en un intento vano de olvidar todo aquello y se vistió; sabía perfectamente que si salía de la habitación su vida terminaría. Apenas un pantalón corto que le venía grande pese a ser de sus primeros años, una playera larga deslavada, sus botas, el cabello ocultándole los ojos que nunca mostraba por vergüenza, su labio herido.. suspiró y acomodo una silla cerca del ducto de aire, si había algo que valía la pena de ser tan pequeño era que tenía acceso a todas partes, subió a la silla y haciendo acopio de todas las fuerzas que tenía su cuerpo se adentro en el ducto tratando de hacer el menor ruido posible, la salida estaba en el pasillo que daba hacia las escaleras, saltaría y saldría de ese lugar huyendo de la paliza que seguramente ya tendrían lista.
Después de unos minutos de andar por el ducto encontró la salida, abrió y pudo respirar el aire atestado de cigarrillo y otro aroma que no tenía ganas de conocer, primero las piernas, colgaban a varios metros, ¿Saltar o no saltar? Lo había hecho infinidad de veces pero aún tenía miedo de caer mal y no poder correr si lo descubrían, suspiro y maldiciendose así mismo saltó.

-Ushishishihi...

De los acontecimientos que sucedieron a solo dos puertas de la habitación que él ocupaba no sabía nada, disparos con silenciador, algunos por lo menos, porque otros fueron hechos sin duda alguna con alguna escopeta, Demasiado odio, pensó, lo cierto es que ahora, recostado en su cama tenía a una pequeña maraña de cabellos rubios hecha un mar de llanto, no pregunto nada ni dijo nada durante las horas que siguieron, la policía llegó, hicieron preguntas, él contesto, revisaron, vieron al pequeño.. Mi hijo, respondía él sin ningún problema, aunque bien pudo ahorrarse cualquier tipo de problema y entregarlo.. para que lo mataran esa misma noche. Negó con la cabeza a las interrogantes de los investigadores acerca de lo ocurrido y a sus propios pensamientos. Desde la primera vez que le había visto por la ventana le había parecido un chico demasiado delicado para estar en aquellos lugares, aunque bien sabía de la fama que tenía, un tramposo, bastante mentiroso para su edad y sobretodo astuto, un verdadero tesoro. Esa mañana le había visto salir por los ductos del aire, se escondía de alguien sin duda alguna, sonrió y cerro la mirilla de la puerta. Que viva, es un niño aún dijo en voz baja antes de meterse de lleno en su preparación matutina. Cuatrocientas abdominales diarias, la misma cantidad de sentadillas, aunque esa mañana particularmente estaba inquieto, suspiro e hizo el doble de cada una, sentía que los tendones le reventarían en cualquier momento pero aún así no se detuvo, había algo en el aire que no lo dejaba estar quieto. Se levantó como pudo del suelo donde se ejercitaba y caminó hasta el baño, pudo verse en el espejo por primera vez en semanas, el flequillo le cubría el rostro por completo y el cabello más largo atado a una trenza le daba el aspecto de un anciano cansado, suspiró y dio un puñetazo al espejo rompiéndolo en mil pedazos,tomó una de las espigas y la llevó a las cicatrices de uno de sus brazos.. ¿En qué estaba pensando? Se interrogó aunque más bien aquello parecía un reclamo, soltó el pedazo de vidrio y se adentro en la tina de agua fría que le esperaba para tensar aún más sus músculos. Cerrando los ojos, dio por terminado aquel episodio de recuerdos fatuos que no hacían más que atormentarlo.. recordó los cabellos rubios del niño del departamento contiguo, sus carcajadas que muchas veces llegaban a su ventana, su llanto en las escaleras.. su rabia..

Abrió los ojos de golpe varios minutos después sintiendo un hoyo en el pecho, chasqueó los dientes y salió de la tina maldiciendo, comenzaba su día. Poseía una planta, su única compañera, la sacó a la ventana y se asomó bien para ver si encontraba los cabellos rubios pero no, el sol apenas despuntaba y posiblemente el pequeño hubiese ido al albergue a unas cuadras por comida o por abrigo, lo había visto solamente con unos pantalones muy cortos y una playera que le daban más aspecto de niño desvalido del que tenía. Resignado, limpió con esmero y cuidado cada una de las hojas de su planta, conversó con ella y le dedico más de una sonrisa, después, se sentó en la mesa de la cocina y saco su estuche viejo de violín, cualquiera pensaría en un músico romántico que dejo su cuidad de origen para vivir la vida al máximo, con la música, la noche, el amor.. nada más lejos de la realidad, abriéndolo uno podía encontrar en el centro una espada que solo de verla cortaba, la saco con cuidado y comenzó a limpiarla con el mismo amor y esmero que a su planta. Sumido en sus labores, en sus pensamientos, en los cabellos rubios contra el sol, pensó en espigas doradas de algún campo de sueños, brisa fresca, un hogar..

El primer disparo, el segundo.. gritos.. Se levantó y tomo un arma de fuego que estaba escondida debajo de la mesa y caminó a tientas hasta la puerta, abrió la mirilla y desde ahí contempló a varios hombres encaramados en la puerta de los cabellos rubios, el hoyo en su pecho se hizo más grande pero conteniéndose recordó que él no estaba, tomo aire y vio aparecer en el pasillo a un tipo alto, de ojos verdes, estaba sonriendo mientras se fumaba un cigarrillo y cortaba el cartucho de una escopeta. Uno de sus hombres se acercó a susurrarle algo al oído, debió ser algo grave porque se volvió loco y entró disparando solo dios sabe a quien, sus hombres literalmente estaban muertos de miedo y movilizándose comenzaron a buscar algo.. o a alguien, los gritos del tipo alto se hicieron cada vez más altos “¡Encuentren a ese maldito mocoso!” ..

Abrió los ojos descomunalmente, eso iban a buscar.. se quedó quieto mirándo a los hombres movilizarse en busca del pequeño, pasando un buen rato se escuchó una nueva descarga de disparos, otro calibre.. gritos de nuevo, demasiado odio demasiado odio.. y de pronto todo en silencio.. los hombres entraron profiriendo maldiciones que bastarían para amedrentar hasta el más siniestro de los hombres, el silencio de nuevo, la tensión en el aire, el fuerte olor a sangre y pólvora..

De improvisto, los cabellos rubios aparecieron al final del corredor, el hoyo en su pecho se hizo más grande conforme el pequeño caminaba por el pasillo y olvidando toda regla de no meterse en problemas de ningún tipo, abrió la puerta caminando lo más rápido posible hacía el chico que no parecía darse cuenta que él estaba aproximándose, cuando por fin estuvo frente a él miró con lastima que el pequeño tenía el labio roto y gruesas lagrimas salían de sus ojos ocultos, estaba tenso, completamente sumido en el dolor, lo tomo en brazos y se dio cuenta de lo ligero y frágil que era, tal como lo había imaginado tantas veces, lo que no imaginaba es que fuera tan fuerte, porque en cuanto lo abrazo sintió los bracitos aferrarse a su cuello hasta el punto de dejarlo sin respiración, hizo que las piernas delgadas del pequeño le rodearan la cintura y caminó sigiloso de vuelta a su departamento, cerró la puerta en silenció, sin seguro porque este hacía demasiado ruido y completamente seguro que no le habían visto, lo llevó hasta la alcoba sin uso depositándolo en la cama, el pequeño rompió en llanto cuando se sintió sobre piso firme.. Lo dejo solo y cerro la puerta para que sus sollozos no fueran escuchados por los otros y regreso a su sitio, vio la razón del silencio y de la tensión, alguien le había disparado al que seguramente era el que mandaba en aquel escuadrón. Se fueron al cabo de varios minutos, volverían, porque no habían obtenido lo que querían.. Una hora después llegó la policía y empezaron los interrogatorios..

Los acontecimientos que llevaron a esa matanza no los conocía y posiblemente no lo haría.. la maraña de cabellos rubios ahora estaba dormida profundamente, con los espasmos que quedaban en el alma después del llanto doloroso, su respiración tranquilizaba pero a ratos leves quejidos le sobresaltaban, estaba sufriendo.. demasiado. Guardo silencio y sentándose en el sillón que daba justo a la ventana, apagó el peor día de la vida de aquel pequeño.. Mañana sería otro día.. y el que sigue.. y el que sigue..

Quelque chose précieux.

Capítulo 2

Una de las cosas que eran bien sabidas en aquel barrio, era que no podías meterte con la mafia coreana porque ciertamente, aquello te costaría lo más valioso que pudieses tener, la vida.. o la de tu familia. El padre de Belphegor comenzó a trabajar para ellos cuando recién había muerto su mujer, necesitaba dinero rápido y fácil. Pero de cada cinco trabajos fallaba tres, aunque últimamente todo iba de mal en peor, su alcoholismo era el problema, meterte con los coreanos después de todo no era cosa de fallos. Una entrega que nunca llegó, mucho dinero perdido, solo el dios particular de cada uno de ellos sabía realmente el paradero de tantos billetes. Esa mañana fueron a preguntar por el dinero o por la mercancía, cualquiera de las dos cosas.. o tal vez las dos. El Jefe de aquella mafia tenía fama de violento, de ruin y despreciable y lo peor de todo es que la fama estaba bien ganada y cimentada, se había cargado a varios por mucho menos, pero ese trabajador en particular tenía algo que el jefe quería.. algo muy valioso, algo precioso..
El presentimiento de Belphegor fue acertado, tarde se dio cuenta de eso, la puerta fue abierta por los mafiosos que pasaron uno a uno mostrando sus armas, como si están fueran un símbolo de su poderío; el último en entrar fue el Jefe, indiferente a su alrededor caminó con paso suave hasta el borde de las escaleras donde estaba sentado el niño que miraba la escena con el corazón en la garganta y el cuerpo entumecido de miedo. La sensación se hizo insoportable cuando aquel hombre, el Jefe alzó la mirada clavándola justamente en él, el temblor de su cuerpo se hizo casi violento, escuchó el primer paso, el segundo, el tercero, esos ojos verdes cada vez más cerca, más fuertes, más intensos… Era como la mirada de su hermanastro, pero ésta dolía, dolía muchísimo. El jefe paso de largo por fin seguido por sus hombres; la curiosidad innata de un niño puede más que incluso el mismo miedo y haciendo acopio de todas sus fuerzas, dio la vuelta al rostro y observó con terror que era a su puerta a la se dirigían.. Papi, pensó inmediatamente antes de levantarse ponerse en marcha hacia su hogar.. porque en esos momentos poco importaban los maltratos y los abusos, era su familia y esos hombres eran malos, lo había sentido con la mirada del más alto.. Tocaron, su padre abrió e inmediatamente el color de su rostro cambió, estaba pálido, tenía miedo.. no, terror.
-¡¿Qué carajos estás haciendo ahí?!, le gritó su padre cuando vio que se acercaba despacio hacía la puerta, las manchas de sangre en su camisa se habían tornado oscuras y densas y sus labios estaban hinchados aún, el cabello revuelto, con el flequillo cubriéndole los ojos y las piernas temblándole por largarse a correr a los brazos de su padre que lo miraba furioso. -¡¡Ve a traer leche.. ¡¡Ahora!!

-Si.. Murmuró el pequeño antes de tomar el billete que su padre le extendía y echar una mirada rápida a aquellos hombres, de nuevo los ojos verdes estaban clavados en él, esa extraña e incomoda sensación en la barriga no se le quito hasta que salió del edificio y el aire fresco de la mañana le golpeó las mejillas pálidas y frías.. ¿Quienes eran?.. ¿Qué querían?.. Papi..
En el edificio, la mano derecha del jefe hablaba seriamente con el padre de Belphegor, tenía que devolver el dinero o la mercancía, si no, matarían a toda su familia y a él mismo. Los ojos verdes del jefe antes clavados en su pequeño hijo ahora le trituraban las entrañas, aquel hombre de verdad infundía miedo, no solamente entre sus enemigos si no también en sus amigos.. Fumaba a toda hora, se drogaba cuando se le antojaba, bebía y abusaba de quien se dejara pero más de los que no, era un hombre poderoso, peligroso..
-Yo no tengo la droga, entiende, yo la entregue y jamás vi el dine
¿Cómo mierdas quieres que creamos que nunca te dieron el dinero?! ¡No eres un maldito principiante! Tienes casi doce años trabajando para nosotros y si te hemos mantenido con vida es porque nos sirves de camello y eres fácil de sacar de prisión, ahora.. buscaras esa mercancía o conseguirás el dinero..
-Pero yo no se..
-Mira.. El Jefe ya te dio casi una semana de plazo.. eso es más de lo que incluso yo podría pedir para él.. ¿Okey? -Si.. -Mañana.. a esta misma hora, la droga, el dinero.. o tu familia.
-

Más claro ni el agua.. El Jefe lo miró con una sonrisa de medio lado e inclinando la cabeza en señal de despedida se dio la vuelta para bajar las escaleras, mañana a esa hora, salvo por un milagro, aquel hombre y casi toda su familia estarían muertos.. Antes de salir del edificio, entró la razón de aquel casi. Belphegor.
Somos balas.. balas que atraviesan la vida de los demás.. vamos dejando un hilo de sangre con nuestros pasos y nuestras acciones, las cicatrices nos brillan en la oscuridad de nuestras almas..
Aquella noche Belphegor se encerró en su habitación, escucho los gemidos de la puta de su madrastra y de su padre que no dijo una sola palabra cuando regresó de la tienda y le dio el cambio, tan solo se limito a acariciarle los cabellos y sonreirle como pocas veces en su vida lo había hecho. La cerradura se movió varias veces esa noche, él la escucho perfectamente, junto con las amenazas de unos golpes que seguramente mañana recibiría sin falta, se abrazo al único recuerdo que tenía de su madre, un tiburón de felpa que su padre había ganado en un concurso de tiro al blanco de alguna feria que visitaron cuando aún eran felices. Lloró, aunque sabía que las lagrimas no le protegerían de los golpes, que no callarían la voz gastada de su madrastra, que no ayudarían a su padre contra esos hombres, lloro.. porque no le quedaba más que hacer, porque a veces, los niños también sufrían.. mucho más que los adultos. Después de varias horas, se quedo profundamente dormido, abrazado con todas sus fuerzas al peluche y con muchísimas ganas de amanecer muerto..