A Violeta comenzó a gustarle la lluvia tenue cuando la conocío. Seguía detestando las mariposas y el frío, pero ya toleraba la lluvia, y es que los besos de ella sabían a lluvia. La conoció un domingo de muchísimo frío e inmediatamente le gustó la forma en que sonreía bonito con los ojos. Le gustaba también como olía y como sonreía en plena oscuridad después de besarla por largo rato. Violeta estaba bien y sonreía, a pesar de la lluvia.
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