15.10.11

Quelque chose précieux.

Capítulo 2

Una de las cosas que eran bien sabidas en aquel barrio, era que no podías meterte con la mafia coreana porque ciertamente, aquello te costaría lo más valioso que pudieses tener, la vida.. o la de tu familia. El padre de Belphegor comenzó a trabajar para ellos cuando recién había muerto su mujer, necesitaba dinero rápido y fácil. Pero de cada cinco trabajos fallaba tres, aunque últimamente todo iba de mal en peor, su alcoholismo era el problema, meterte con los coreanos después de todo no era cosa de fallos. Una entrega que nunca llegó, mucho dinero perdido, solo el dios particular de cada uno de ellos sabía realmente el paradero de tantos billetes. Esa mañana fueron a preguntar por el dinero o por la mercancía, cualquiera de las dos cosas.. o tal vez las dos. El Jefe de aquella mafia tenía fama de violento, de ruin y despreciable y lo peor de todo es que la fama estaba bien ganada y cimentada, se había cargado a varios por mucho menos, pero ese trabajador en particular tenía algo que el jefe quería.. algo muy valioso, algo precioso..
El presentimiento de Belphegor fue acertado, tarde se dio cuenta de eso, la puerta fue abierta por los mafiosos que pasaron uno a uno mostrando sus armas, como si están fueran un símbolo de su poderío; el último en entrar fue el Jefe, indiferente a su alrededor caminó con paso suave hasta el borde de las escaleras donde estaba sentado el niño que miraba la escena con el corazón en la garganta y el cuerpo entumecido de miedo. La sensación se hizo insoportable cuando aquel hombre, el Jefe alzó la mirada clavándola justamente en él, el temblor de su cuerpo se hizo casi violento, escuchó el primer paso, el segundo, el tercero, esos ojos verdes cada vez más cerca, más fuertes, más intensos… Era como la mirada de su hermanastro, pero ésta dolía, dolía muchísimo. El jefe paso de largo por fin seguido por sus hombres; la curiosidad innata de un niño puede más que incluso el mismo miedo y haciendo acopio de todas sus fuerzas, dio la vuelta al rostro y observó con terror que era a su puerta a la se dirigían.. Papi, pensó inmediatamente antes de levantarse ponerse en marcha hacia su hogar.. porque en esos momentos poco importaban los maltratos y los abusos, era su familia y esos hombres eran malos, lo había sentido con la mirada del más alto.. Tocaron, su padre abrió e inmediatamente el color de su rostro cambió, estaba pálido, tenía miedo.. no, terror.
-¡¿Qué carajos estás haciendo ahí?!, le gritó su padre cuando vio que se acercaba despacio hacía la puerta, las manchas de sangre en su camisa se habían tornado oscuras y densas y sus labios estaban hinchados aún, el cabello revuelto, con el flequillo cubriéndole los ojos y las piernas temblándole por largarse a correr a los brazos de su padre que lo miraba furioso. -¡¡Ve a traer leche.. ¡¡Ahora!!

-Si.. Murmuró el pequeño antes de tomar el billete que su padre le extendía y echar una mirada rápida a aquellos hombres, de nuevo los ojos verdes estaban clavados en él, esa extraña e incomoda sensación en la barriga no se le quito hasta que salió del edificio y el aire fresco de la mañana le golpeó las mejillas pálidas y frías.. ¿Quienes eran?.. ¿Qué querían?.. Papi..
En el edificio, la mano derecha del jefe hablaba seriamente con el padre de Belphegor, tenía que devolver el dinero o la mercancía, si no, matarían a toda su familia y a él mismo. Los ojos verdes del jefe antes clavados en su pequeño hijo ahora le trituraban las entrañas, aquel hombre de verdad infundía miedo, no solamente entre sus enemigos si no también en sus amigos.. Fumaba a toda hora, se drogaba cuando se le antojaba, bebía y abusaba de quien se dejara pero más de los que no, era un hombre poderoso, peligroso..
-Yo no tengo la droga, entiende, yo la entregue y jamás vi el dine
¿Cómo mierdas quieres que creamos que nunca te dieron el dinero?! ¡No eres un maldito principiante! Tienes casi doce años trabajando para nosotros y si te hemos mantenido con vida es porque nos sirves de camello y eres fácil de sacar de prisión, ahora.. buscaras esa mercancía o conseguirás el dinero..
-Pero yo no se..
-Mira.. El Jefe ya te dio casi una semana de plazo.. eso es más de lo que incluso yo podría pedir para él.. ¿Okey? -Si.. -Mañana.. a esta misma hora, la droga, el dinero.. o tu familia.
-

Más claro ni el agua.. El Jefe lo miró con una sonrisa de medio lado e inclinando la cabeza en señal de despedida se dio la vuelta para bajar las escaleras, mañana a esa hora, salvo por un milagro, aquel hombre y casi toda su familia estarían muertos.. Antes de salir del edificio, entró la razón de aquel casi. Belphegor.
Somos balas.. balas que atraviesan la vida de los demás.. vamos dejando un hilo de sangre con nuestros pasos y nuestras acciones, las cicatrices nos brillan en la oscuridad de nuestras almas..
Aquella noche Belphegor se encerró en su habitación, escucho los gemidos de la puta de su madrastra y de su padre que no dijo una sola palabra cuando regresó de la tienda y le dio el cambio, tan solo se limito a acariciarle los cabellos y sonreirle como pocas veces en su vida lo había hecho. La cerradura se movió varias veces esa noche, él la escucho perfectamente, junto con las amenazas de unos golpes que seguramente mañana recibiría sin falta, se abrazo al único recuerdo que tenía de su madre, un tiburón de felpa que su padre había ganado en un concurso de tiro al blanco de alguna feria que visitaron cuando aún eran felices. Lloró, aunque sabía que las lagrimas no le protegerían de los golpes, que no callarían la voz gastada de su madrastra, que no ayudarían a su padre contra esos hombres, lloro.. porque no le quedaba más que hacer, porque a veces, los niños también sufrían.. mucho más que los adultos. Después de varias horas, se quedo profundamente dormido, abrazado con todas sus fuerzas al peluche y con muchísimas ganas de amanecer muerto..

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