"Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda."
Violeta solía sentarse en las escaleras de la entrada imaginando a aquel hombre montado en una bicicleta, con el sol de frente y el mar de fondo, gritando "Eres mia, eres mia". Eso la hacia sonreir. Era hermoso imaginar a alguien siendo feliz.
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