Recordaba una y otra vez aquella canción mientras ponía orden en la habitación que minutos atrás había hecho trizas por la rabia.. "Si hubiera podido echar ancla.." que extraña es la condición humana y sobretodo la mente, en los momentos que menos esperamos algo; por ejemplo este, ella hecha mano de los recuerdos de algo que nos puede sacar a flote, como esa canción, aunque debió admitir que tenía ciertos tintes de despótica verdad, toda ella hablaba de ese momento, ni siquiera recordaba como había llegado y las sirenas de las ambulancias y las luces de las patrullas lo distraían a ratos de sus pensamientos.
Él miraba distraído cada uno de esos pequeños detalles que trataban de reconstruir la escena de varias horas atrás. Tal vés quería revivir el dolor, ya que la rabia aún latia con fuerza en la venita que se le marcaba a menudo. Camino varios pasos entrecortados mirando el sillón que, paciente esperaba por una eternidad ya terminada, las cortinas ahora se enredaban en sus tobillos como queriendo explicarle que así era como se acababa la vida, poco a poco, despacito y sin prisas, porque ellas sabian de eso, sabian lo difícil que era soltar y tal vés por eso se enredaban en sus tobillos, porque no querían soltarlo y dejarlo revivir la escena de hacia unas horas atrás.
Se acerco vacilante hacia el balcón mientras las cortinas resignadas le soltaban despacito, esperando ahora por el siguiente que supiera entender. Aferro las manos al barandal y entonces vió a la gente tan diminuta que una sonrisa se le dibujo en el rostro trasigurado por la rabia y la tristeza, pensó entonces que ella debió sentirse feliz porque siempre habia visto a la gente desde muy arriba; justo como en ese instante en que su orgullo y amor propio no sirvieron y resiganada se lanzo al vacio para cumplir entonces uno de sus mas intimos sueños, volar.
Murmuró su nombre y solto el barandal entrando rápido a la habitación para desplomarse y llorar. Llorar como lo hacen los niños que se pierden en medio de una estación de tren y tienen la certeza de que no volverán a ver a sus madres, llorar como lo haces cuando te das cuenta de que nunca más estarás completo sobre la tierra y que estas condenado a caminar sobre ésta sólo, sin su mano que te sigue o que te lleva, llorar desesperado, solo eso puede hacer ahora, quería gritar y así lo hizo, no era de los hombres que se quedaban con las ganas de nada y ese no iba a ser el momento de empezar a reprimirse. Había perdido al amor de su vida...
Él miraba distraído cada uno de esos pequeños detalles que trataban de reconstruir la escena de varias horas atrás. Tal vés quería revivir el dolor, ya que la rabia aún latia con fuerza en la venita que se le marcaba a menudo. Camino varios pasos entrecortados mirando el sillón que, paciente esperaba por una eternidad ya terminada, las cortinas ahora se enredaban en sus tobillos como queriendo explicarle que así era como se acababa la vida, poco a poco, despacito y sin prisas, porque ellas sabian de eso, sabian lo difícil que era soltar y tal vés por eso se enredaban en sus tobillos, porque no querían soltarlo y dejarlo revivir la escena de hacia unas horas atrás.
Se acerco vacilante hacia el balcón mientras las cortinas resignadas le soltaban despacito, esperando ahora por el siguiente que supiera entender. Aferro las manos al barandal y entonces vió a la gente tan diminuta que una sonrisa se le dibujo en el rostro trasigurado por la rabia y la tristeza, pensó entonces que ella debió sentirse feliz porque siempre habia visto a la gente desde muy arriba; justo como en ese instante en que su orgullo y amor propio no sirvieron y resiganada se lanzo al vacio para cumplir entonces uno de sus mas intimos sueños, volar.
Murmuró su nombre y solto el barandal entrando rápido a la habitación para desplomarse y llorar. Llorar como lo hacen los niños que se pierden en medio de una estación de tren y tienen la certeza de que no volverán a ver a sus madres, llorar como lo haces cuando te das cuenta de que nunca más estarás completo sobre la tierra y que estas condenado a caminar sobre ésta sólo, sin su mano que te sigue o que te lleva, llorar desesperado, solo eso puede hacer ahora, quería gritar y así lo hizo, no era de los hombres que se quedaban con las ganas de nada y ese no iba a ser el momento de empezar a reprimirse. Había perdido al amor de su vida...
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