14.10.11

Damelo a mi.

-¿Qué tanto te miras en el espejo?, le pregunto Marina a Violeta después de observarla durante veinte minutos frente a éste. A Violeta no le gustaba mirarse nunca al espejo, solo unos minutos al día en lo que se peinaba su corto cabello castaño o se pintaba los labios de rojo; asi que verla más tiempo frente a el era todo un acontecimiento.

Violeta no contesto, sólo la miró a través del reflejo y le sonrió como habitualmente lo hacía cuando terminaba de besarla; se llevo el índice derecho hacia la esquina de la boca y suspiró.

Marina comprendió de inmediato. Estaba mirando el beso oculto que conserva tan celosamente, frunció el ceño y se fue a recostar a la cama donde muchas veces habían hecho el amor y ella solía pedirle ese beso desesperada. Pero ese beso le pertenecía a él y eso la mataba de celos.

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